lunes, 12 de marzo de 2012

RETAZOS DE LA VIDA DE ANTONIO MACHADO. PARTE III.



Leer antes: PARTE I y PARTE II.

 Poco después de la muerte de Leonor, Machado comienza Los complementarios, un diario poético que, entre otras cosas, presenta la crítica a la sociedad del momento a la que insta a luchar para mejorar y progresar. De hecho parece que es eso lo que lo salva de pegarse un tiro a la muerte de su amada esposa.

El éxito de Campos de Castilla le hizo ver que si había en mí una fuerza útil no tenía derecho a aniquilarla.

En 1913, escribe un pequeño texto autobiográfico que necesita Azorín para hacer una antología que al final no llega a ver la luz. En él puede comprobarse el paradójico sentimiento del poeta hacia España, a la que ama y odia a un tiempo. Lo que ocurre es que como profesa cariño a su nación, le indigna su comportamiento y su actitud abúlica.

En ese momento, Machado asiste asiduamente a una tertulia organizada por el profesor de gimnasia de su centro. Allí se encuentra con un militar que había evolucionado ideológicamente del liberalismo a lo conservador: Cristóbal Torres, quien tenía la virtud de sacar de sus casillas al poeta, siempre callado, como indica Francisco Escolano (el profesor de gimnasia).


A este personaje, con el que comenzará a compartir sus paseos, dedica Machado Olivo del camino.

También describe la tertulia en unos versos: Poema  de un día. Meditaciones rurales. Como afirma Ian Gibson, el texto, con un tinte satírico, nos adentra en el aburrimiento y la banalidad de una conversación provinciana.

En octubre del mismo año, Ortega y Gasset funda la Liga de Educación Política Española, a la que se unen grandes intelectuales con el fin de estudiar las causas del mal de España y proponer soluciones. Nuestro poeta también se incorpora a tal digna tarea en un momento que se siente tan solo y apartado del mundo que lo imposibilita a ir al homenaje  a Azorín, pero envía unos versos (Malogrado de mi parte jacobina) a Juan Ramón Jiménez que los lee en el acto.

Atento a la sociedad, pero también a la poesía del momento, descubre los versos de Moreno Villa. Lo único que no acepta es la tendencia conceptista, estilo que alcanzará también a Juan Ramón Jiménez. Acostumbrado a la aparente sencillez y al estilo directo de sus propios versos, es lógico que no le agrade la retórica barroca. Con todo, la poesía de Moreno Villa suscitará el interés de Machado, dando como resultado un ensayo publicado en la Revista de Occidente.

La Liga de Educación Política Española lo hace reafirmarse en su opinión: España necesita evolucionar y cambiar su comportamiento, pero para ello ha de existir una lucha unida, un esfuerzo común con el fin de evitar el hundimiento. ¿No le resulta familiar, querido lector?

Además hay presente una gran tensión en Europa, que teme ya un enfrentamiento. Y así sucede en 1914: se inicia la I Guerra Mundial.

Pero un acontecimiento más indigna al poeta, junto a otros intelectuales: la destitución, sin justificación, de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca. El filósofo es muy temido por las autoridades del momento, puesto que es militante del P.S.O.E., proclama su favor a la libertad de cátedra y lucha contra la Iglesia. En resumen, que está a favor de los derechos de los trabajadores y apuesta por hacer libres a los individuos, evitando las fuerzas adoctrinadoras como la Iglesia (la institución, no la religión).

Mas la actitud neutral de España corroe a los hermanos Machado por su significado. Así, Manuel considera que consiste en no saber nada, en no querer nada, en no entender nada (de modo que la generación NINI es, en realidad, un largo mal español). Antonio ve que es verdaderamente repugnante nuestra actitud ante el conflicto actual, y épica nuestra inconsciencia, nuestra mezquindad, nuestra cominería. Hemos tomado en espectáculo la guerra, como si fuera una corrida de toros, y en los tendidos se discute y se grita. Se nos arrojará un día a puntapiés de la plaza si Dios no lo remedia.

Ante esta descripción que los Machados, indignados, hacen de la actitud bárbara y estúpida de España, hay un grupo de intelectuales que pretende despertar las conciencias. Así, Ortega, de nuevo, crea, en enero de 1915, una revista: España. Semanario de la Vida Nacional. En el primer número aparecen las siguientes palabras: nacido del enojo y la esperanza, pareja española, sale al mundo este semanario ESPAÑA. Procuran representar a toda una España Nueva que siente encano contra otra España fermentada, podrida. Todo esto me recuerda mucho a la actualidad: una decadencia que augura un desastre cuyas consecuencias van desarrollándose a lo largo de los años (que en España parecemos niños pequeños cuando creemos que los problemas proceden del aquí y el ahora) y el enfrentamiento de las dos Españas: la fermentada, podrida y la Nueva, la de los intelectuales –en ese momento, los del 98 y los del 14- que han de guiar a la masa (como advertía Ortega).

Y nuestro poeta sigue hastiado de la vida provinciana, tentado de dejarlo todo y dedicarse solo a escribir, pero recuerda lo que conlleva eso: la miseria. Tiene un libro que no sabe dónde publicarlo porque parece que la guerra ha venido a paralizarlo todo, como no sea la estupidez y la barbarie, que siguen avanzando. Si cambiamos la palabra guerra por crisis, algunos de mis compañeros escritores verán descrita la realidad actual.

Todo esto está sucediendo cuando le llega la noticia de la muerte de su maestro, Giner de los Ríos.

Con la tristeza y la admiración palpables en los siguientes versos os convido el próximo lunes con más Retazos de la vida de Antonio Machado.


A Don Francisco Giner de los Ríos

Cuando se fue el maestro
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no trabaja.
¿Murió? Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue
los muertos mueren y las sombras pasan
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques sonad; enmudeced campanas!

Y hacia otra luz más pura
partió el hermano de la luz del alba,
del sol de los talleres,
el viejo alegre de la vida santa.
Llevad amigos
su cuerpo a la montaña
a los azules montes
del ancho Guadarrama.
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta.
Su corazón repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas.
Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España.

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