lunes, 4 de junio de 2012

120 AÑOS DEL NACIMIENTO DE ALFONSINA STORNI.




La semana pasada se cumplieron ciento veinte años del nacimiento de la poetisa argentina Alfonsina Storni (Sala Caprisca, 1892 – Mar de Plata, 1938).

Hagamos un somero repaso por su biografía.

Al volver de Suiza, su familia primero monta una empresa de cerveza en San Juan. Más tarde (1901) marchan  a Rosario donde la madre de la futura poetisa regentaría una escuela. Su padre, alcohólico, fallece 1906. Para sobrevivir forman el Café Suizo, donde la pequeña se dedica a fregar los cacharros. Pero este negocio no tiene éxito. Así que Alfonsina entra a formar parte de una fábrica de gorras. En 1907 se da un hito en su vida: llega a Rosario una compañía teatral. Las actuaciones la fascinan, por lo que aprovecha que una de las actrices enferma para sustituirla. Esto da lugar a que crezca el deseo de viajar con la compañía. Así, pudo contactar con grandes obras de teatro.

Al volver a casa escribe su primera obra de teatro –un corazón valiente-, pero parece que no se ha conservado.

Su madre se ha vuelto a casar. Así que ella decide estudiar para hacerse maestra. Además consigue escribir en dos revistas (Mundo Rosario y Monos y Monadas) donde aparecerán sus poemas.

A finales de 1911 marcha a Buenos Aires. En abril del año siguiente da a luz a su hijo Alejandro. Para ganarse la vida trabaja en una tienda, pero también consigue ir escribiendo para la revista Caras y Caretas, haciendo famoso el pseudónimo Tao – Tao.

En 1916 publica, con penurias, La inquietud delrosal.

Coincide con Amado Nervo en tertulias y Mundo Argentino.

Publica, en 1918, El dulce daño, que presenta su amigo y médico José Ingeniero.

Afuera llueve; cae pesadamente el agua
Que las gentes esquivan bajo abierto paragua.
Al verlos enfilados se acaba mi sosiego.
Me pesan las paredes y me seduce el riego
Sobre la espalda libre. Mi antecesor, el hombre
Que habitaba cavernas desprovisto de nombre.
Se ha venido esta noche a tentarme sin duda,
Porque, casta y desnuda,
Me iría por los campos bajo la lluvia fina,
La cabellera alada como una golondrina.


En la misma época es galardonada con una medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas.

Empieza a visitar Montevideo, donde, como indica Juana de Ibarbourou, su conversación alegre y sarcástica la convierte en el imán para los intelectuales.

En 1919 publica Irremediablemente; en 1920, Languidez, que reúne unos poemas donde el protagonismo lo tiene la sensualidad melancólica. Poemario que consiguió el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Nacional de Literatura, lo que lleva a ser introducida –a pesar de su juventud- en la nueva generación literaria según la revista Nosotros.


Hacia 1922, frecuentando la casa del pintor Emilio Centurió, conoce al escritor Horacio Quiroga, que se enamora de la poetisa. En 1925, éste debe marchar y desea que Alfonsina lo acompañe, pero un amigo aconseja a la mujer que no se deje arrastrar.

En ese año apareció otro nuevo libro: Ocre, dedicado al mar y que marca un cambio en su escritura. A pesar de que trabaja como profesora y ya es bastante reconocida como escritora, la muerte de su querido amigo José Ingeniero la hace sentirse sola.

Conoce a Gabriela Mistral, que queda muy impresionada.

Dos años más tarde, estrena su obra teatral, pero la crítica se ensaña con ella, obligando a quitarla de cartel. Sólo se le ocurre culpar al director y a los actores.



Voy a dormir
 
Dientes de flores, cofia de rocío, 
manos de hierbas, tú, nodriza fina, 
tenme prestas las sábanas terrosas 
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. 
Ponme una lámpara a la cabecera; 
una constelación; la que te guste; 
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes... 
te acuna un pie celeste desde arriba 
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo: 
si él llama nuevamente por teléfono 
le dices que no insista, que he salido...

Dolor

Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;

Oue la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;

Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear

Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;

Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...

Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.

En 1928 y 1931 viaja a España, donde coincide con las escritoras del Grupo del 27, prueba de ello son los poemas que le dedica Concha Méndez.

Entre 1933 y 1934 Lorca pasa por Buenos Aires, donde coincide con Alfonsina. Esta le dedica el poema Retrato de García Lorca.

Buscando raíces de alas 
la frente 
se le desplaza 
a derecha 
e izquierda.


Y sobre el remolino 
de la cara 
se le fija, 
telón del más allá, 
comba y ancha.

Una alimaña 
le grita en la nariz 
que intenta aplastársele 
enfurecida...

Irrumpe un griego 
por sus ojos distantes.

Un griego 
que sofocan de enredaderas 
las colinas andaluzas 
de sus pómulos 
y el valle trémulo 
de su boca.

Salta su garganta 
hacia afuera 
pidiendo 
la navaja lunada 
de aguas filosas. 

Cortádsela. 
De norte a sud. 
De este a oeste. 

Dejad volar la cabeza, 
la cabeza sola, 
herida de ondas marinas 
negras... 

Y de caracolas de sátiro 
que le caen 
como campánulas 
en la cara 
de máscara antigua.

Apagadle 
la voz de madera, 
cavernosa, 
arrebujada 
en las catacumbas nasales.

Libradlo de ella, 
y de sus brazos dulces, 
y de su cuerpo terroso. 

Forzadle sólo, 
antes de lanzarlo 
al espacio, 
el arco de las cejas 
hasta hacerlos puentes 
del Atlántico, 
del Pacífico... 

Por donde los ojos, 
navíos extraviados, 
circulen 
sin puertos 
ni orillas...


Enferma de cáncer de mama, por lo que es operada en 1935. Al año siguiente se entera del suicidio de Horacio Quiroga, a quien dedica el siguiente poema:



Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
y así como siempre en tus cuentos, no está mal;
un rayo a tiempo y se acabó la feria ...
Allá dirán.
No se vive en la selva impunemente,
ni cara al Paraná.
Bien por tu mano firme, gran Horacio ...
Allá dirán.
“No hiere cada hora –queda escrito-,
nos mata la final.”
Unos minutos menos ... ¿quién te acusa?
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio que la muerte
que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías ...
Allá dirán.
Sé que la mano obrera te estrecharon,
mas no si Alguno o simplemente Pan,
que no es de fuertes renegar su obra ...
(Más que tú mismo es fuerte quien dirá.)

A principios del 38 se organiza un evento en que se reúne a las tres grandes poetisas del momento: Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral.

Influida por el vanguardismo europeo, su poesía se hace más hermética (Mascarilla y trébol).

En octubre, cansada de su enfermedad, decide seguir los pasos de Quiroga, ahogándose en las aguas del Mar de Plata. Al día siguiente, La Nación publica el último poema de Alfonsina Storni




Al referirse a sus composiciones, puede hablarse de erotismo y temática que gira en torno a la condición femenina desde el punto de vista del problema de su relación con los hombres. De modo que aparece una visión desencantada del amor, frustrada.

Es una escritora cuyos comienzos parten del Modernismo para ir evolucionando al vanguardismo.






  Os dejo algunos enlaces de interés: 


http://www3.abc.gov.ar/paginaescuela/0111PP0062/alfonsina/asentrevtxt2002.html
http://www.youtube.com/watch?v=CKEj-X57NJM

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.