jueves, 22 de marzo de 2012

RECITAL DE JOVEN POESÍA EN FNAC DE CALLAO.


El pasado 21 de marzo, Día Internacional de la Poesía, tuvo lugar un recital de joven poesía en el Fnac de Callao (aunque también se dio otro en el de la Castellana). En él participaron Verónica Aranda, Laura Cancho, Marwan y Ariadna G. García.

Entré en el edificio y me sacudí cual gato la primaveral lluvia madrileña –cuanto menos ya radioactiva por la polución en la que se produce-. Mis miopes ojos se toparon con un mediano grupo de jóvenes que esperaban amontonados y en desorden en las escaleras de acceso a la sala Forum. Sobre mi cabeza debió verse un interrogante, puesto que el grupo en cuestión no parecía ir a escuchar poesía. Con tiento esperando que no creyeran que procuraba colarme, me acerqué a la algarabía (esta palabra siempre la relacionaré con Machado). Después de esperar que un desordenado fan me dejara ver el cartel que bloqueaba con su cuerpo, leí que el evento se relacionaba con Juego de Tronos, poesía de otro tipo. No puede ver mucho más, pues solo tuve un segundo para captar parte del cartel. Eso sí, la interrogación volvió a aparecer sobre mi cabeza, aunque esta vez con un halo de luz intermitente. Entonces, ¿dónde narices iba a tener lugar el recital el Día de la Poesía? Meditabunda, esperé a que me atendieran en información. Ante mí, un hombre. ¿De qué manga se han sacado un evento de Juego de Tronos? ¿Será la visualización de la segunda temporada? ¿Me atenderán ya?

Así, más de quince minutos. Al final, otra agradable dependiente salió en mi ayuda y dirigió mis cortos pero veloces pasos a la tercera planta. Tras deambular por ésta y esperar que hubiera una puerta secreta a alguna sala oculta, no tuve más remedio que preguntar, de nuevo. ¿Recital de poesía? Y, ¿eso qué es? Pregunte más allá. La luz del interrogante se intensifica. Y allá fui, pensando a este paso habrá terminado ya. Pregunte en la cuarta planta. Y continué en mi particular Doce pruebas de Asterix.

Ariadna G. García minutos antes del recital.
Por fin en la cuarta planta apareció mi salvavidas de esa improvisada y absurda gincana. Mis gafas volvieron a hacer un buen trabajo, ayudaron a mis ojos a vislumbrar, como un milagro, una de las poetisas, de píe junto a unas escaleras mecánicas. El interrogante casi parece sufrir una subida de tensión.

Las dependientes se habían visto obligadas por algún ente superior a improvisar un mini salón de actos junto a las escaleras mecánicas. Unas pocas sillas (diez, para ser concretos) tentaban a los más espabilados y menos vergonzosos. El resto, en pie, taponando los pasillos a los buscadores de libros.

Ya presentes los cuatro poetas, preguntan si van a traer agua y micrófono. La dependiente asiente y pide que esperen antes de irse, por lo visto, en su busca. Debió perderse en el Amazonas librero, pues allí no volvió. Menos mal que los propios poetas se organizaron y nos hicieron olvidar el improvisado reducto y el sonido de las escaleras mecánicas. Sin embargo, de vez en cuando, una entrometida e incomprensible voz de altavoz interrumpía el mágico mundo del verso en el que nos introducían los domadores de palabras.

La primera en leer fue Verónica Aranda, cuya asistencia se requería también en el acto de El Ateneo. La poetisa comenzó con una selección de poemas de su libro Tatuaje (“Tatuaje”, “La morena de la copla”, La parola”, “La otra”), inspirado en las coplas de Rafael de León. Tras éste, recitó versos de Alfama (“Tasca”, “Buhardilla”), surgidos en torno a la lluvia triste y atlántica de Lisboa y sus fados.

A continuación llegó el turno de Marwan, poeta con voz melodiosa y que, ilusionado por ver su libro expuesto en una librería, nos recitó varios poemas de La triste historia de  tu cuerpo sobre el mío: “empezar a explicarlo”, “consideraciones respecto al olvido”, “Carta a un hijo posible”, “Continentes” y “Sueño americano”.

Llegó el turno de Ariadna G. García, quien nos recitó varios poemas de sus libros Napalm. Cortometraje poético y Apátrida. Además nos obsequió con tres poemas inéditos destinados a formar parte de una obra en la cual trabaja en estos momentos. No añado los títulos no porque no me apeteciera tomar notas sobre los mismos, sino que se debe a que la poetisa so suele añadir éstos a sus poemas. Sin embargo, sí que lo presentaba uno: “Napalm”, que funciona como una especie de Poética en la que se hace ver que ni siquiera la poesía es capaz de reflejar lo ilimitado de la realidad, sino que la cerca.

Por último, Laura Cancho recitó, todavía dolorida por un accidente, poemas de Las sexuales: “Retablos de un destino”, “La mentira”, “Una nostalgia”, “El sentimiento que te amaba” y “Todo amor es el último”.


Pero aquí no terminó la poesía. Me raptaron, con poca resistencia por mi parte, para conducirme al Ateneo, donde también homenajeaban a la Poesía en su día. Allí tuve ocasión de oír buenos poemas y, sobre todo, dos  espectaculares de Javier Lostalé, aplicado discípulo de Vicente Aleixandre. Os aconsejo, especialmente, “El espíritu de la luna”.


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